«Tár», de Todd Field

En la primera secuencia de «Tár», la protagonista Lydia Tár (Cate Blanchett) habla sobre la importancia del tiempo y del silencio en la música. La 5ª Sinfonía de Beethoven empieza con un silencio. No solo los sonidos comunican, sino que el silencio también lo hace; marca una pauta y una pausa: es una fuerza poco contemplada. Y el silencio también es relevante para Lydia en lo personal, para mantener la reputación y admiración ajena. «Tár» tiene aires de ser un biopic, y aunque no lo sea sobre una figura real en particular, es un retrato fílmico sobre las relaciones de poder. Lydia Tár existe. No como la persona misma, la directora de orquesta especialista en Mahler asentada en la Sinfónica de Berlín, sino como toda figura de autoridad aplaudida por su trabajo y que abusa de la grandeza de su imagen.

Ha sido una buena decisión que la película empiece mostrándonos a Lydia Tár desde el punto de vista del fan que asiste a su ponencia, que a la vez es el punto de vista de Krista, la persona con la que tuvo un vínculo romántico y académico, víctima de Lydia. La directora nos cautiva, nos embelesa, habla con fluidez de temas que ella pareciera entender mejor que nadie. En otras secuencias, la vemos en el podio dirigiendo con minuciosidad a los músicos, y nos sigue fascinando. Y esa es una verdad que acompaña a muchos abusadores (sexuales y/o del poder): pueden ser creativamente grandiosos y ser éticamente malos. Y bueno fuera que toda persona que comete abusos perdiera o careciera de carisma, de talentos, pero no es así. Allí es que entra a tallar la llamada ‘cultura de la cancelación’. Más que ser solo una moda de internet, como recalca Lydia, es un modo en el que se pretende minimizar el poder de la persona denunciada. Y aunque se viralizó una secuencia de la película en la que Lydia discute con un estudiante (un estereotipo hueco, casi un hombre de paja de un joven nervioso que cree en la cancelación), «Tár» ni repudia ni felicita esta idea. Es curioso ver que a Lydia, en el fondo, también le importan las redes sociales, y las revisa para saber qué dicen de ella en momentos turbulentos. Se busca a sí misma en Twitter. Es en esos grises que se mueve el guion de la cinta.

A mitad de la película, Lydia habla unos segundos con una compañera de escuela de Petra, su hija, amenazándola con «ir por ella» si seguía hostigando a Petra. Y remata con una afirmación clave: no le puede contar esto a nadie, porque Lydia es una adulta y a una niña no van a creerle. Lydia deja formalismos e hipocresías y se muestra. Se revela en lo que le hizo a Krista: ella fue la «niña», la aprendiz a la que las autoridades del mundo académico musical no le van a creer. Pero incluso en sus momentos más mesurados a los ojos del público, Lydia también abusa de su poder. Ella siente atracción por Olga, una joven violonchelista. Nunca la toca ni la acosa verbalmente, pero sí tiene claros favoritismos para con Olga que perjudican a otros miembros de la orquesta (aunque la muchacha no nota las ventajas que Lydia le da), todo con el fin de acercarse más a ella. No es necesario llegar a la agresión física para ser un/a depredador/a sexual. Y tampoco se necesita agredir física o verbalmente a una persona para dañarla. Francesca (Noémie Merlant), asistente de Lydia, tiene que tolerar los desplantes de su jefa y está forzada a callar lo que sabe respecto a lo que Lydia le hizo a Krista, más aún luego del suicidio de esta última.

El silencio y el tiempo son conceptos vitales para los músicos. También lo son en los thrillers. En «Tár», ambos aspectos se asocian. El silencio presente en el sonido diegético de gran parte de las escenas dota de realismo a la película. Lydia recibe un libro enviado por Krista, que tiene en su primera página undibujo con trazos que emulan a los motivos shipibo konibo (enlazándolo con el viaje que ambas hicieron años atrás juntas). En medio de la noche, Lydia oye a un metrónomo sonar y que nadie más escucha excepto ella. La tapa del metrónomo tiene las mismas líneas que el libro enviado por Krista. ¿Es una metáfora de su conciencia que no puede ser callada, silenciada? Este filme trabaja espléndidamente su concepto central, su propuesta creativa, su escenografía minimalista y fría que acompaña las tensiones de la historia, pero definitivamente su pilar principal es Cate Blanchett, una fuerza viva de la actuación que intepreta magistralmente a la protagonista.

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